Inmersión en el pecio Bou Ferrer y visita a los laboratorios de Vilamuseu

El pasado 27 de septiembre tuve la ocasión de participar en una inmersión para buceadores deportivos en el pecio Bou Ferrer, que descansa en el fondo marino a una milla de Villajoyosa.

La inmersión se organizó, como experiencia piloto, por parte de Vilamuseu y el Centro de Arqueología Subacuática de la Comunidad Valenciana (CASCV), durante cuatro días del mes de septiembre. Su objetivo fue permitir el acceso de buceadores deportivos al pecio, de forma ordenada, mientras se realizaban los trabajos de excavación.

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El pecio Bou Ferrer fue descubierto hace una década por dos buceadores deportivos -Bou y Ferrer-, de los que recibió su nombre, al dar parte del hallazgo a las autoridades de Patrimonio.

El barco descansa a 25 metros de profundidad, en medio de un fondo arenoso. Este yacimiento arqueológico no se detectó durante la realización de la carta arqueológica, al estar cubierto por la arena, y ser interpretado como un afloramiento rocoso. Antes de que las autoridades interviniesen el naufragio, este sufrió un intento de expolio, que fracasó, ya que, para sacar una de las ánforas, los delincuentes rompieron otras tantas y no consiguieron finalmente su propósito.

Actualmente, el Bou Ferrer es el mayor barco romano en proceso de excavación de todo el Mediterráneo. No se trata de un barco de comercio de redistribución, sino de una nave dedicada al gran comercio entre la metrópoli y las provincias del Imperio romano.

Con sus 30 metros de eslora y 230 toneladas de desplazamiento, en el momento de zozobrar, la nave transportaba unas 2500 ánforas del tipo dressel 7/11, desde la Bética  a el puerto de Ostia, en Roma.

El cargamento tenía un gran valor económico, pues cada ánfora transportaba unos 40 litros de salsas de pescado, más conocidas como garum. Estas salsas, elaboradas a base de caballa, jurel y boquerón, se utilizaban para disimular el sabor de los alimentos, que, en el mundo antiguo, no solían ser demasiado frescos, del mismo modo que se utilizaban las especias en las Edades Media y Moderna. El garum tenía un alto precio, pues era utilizado para casi cualquier plato de la gastronomía romana.

En torno a este pecio, y a pesar de los tiempos de estrecheces económicas que sufrimos, Vilamuseu y el CASCV ha organizado un gran proyecto de investigación, en el que participa también el DRASSM de Francia y la Universidad de Alicante.

Desde que comenzaron las excavaciones se han rescatado más de 200 ánforas y cuatro lingotes de plomo. Estos lingotes, según las investigaciones preliminares, han permitido identificar el barco como un flete de la familia imperial, al estar marcados con la inscripción IMP.GER.AUG, que nos remite a alguno de los emperadores de la familia Julio-Claudia que ostentaron este título -Imperator germanicus augustus-: Caligula, Claudio o Nerón. Posiblemente, en futuras campañas se descubran más hallazgos que delimiten mejor la cronología del yacimiento, establecida por el momento, por las datos referidos, entre el 37 y el 68 después del comienzo de nuestra era.

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La jornada comenzó con un briefing en el centro de buceo Alisub, que se encargó de las labores organizativas de la inmersión, en el cual Antonio Espinosa Ruíz, director de Vilamuseu, nos explicó los pormenores de la misma y las cautelas que deberíamos mantener en el pecio.

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Tras estas explicaciones, embarcamos y nos dirigimos a las coordenadas del pecio, señalado en superficie por un boya del CASCV. Esta boya, lleva un localizador que detecta cualquier embarcación alrededor suyo y transmite la información a la Guardia Civil del Mar, para que, en caso de que no cuente con autorización para aproximarse, se envíe una patrullera  que la intercepte. Este sistema de seguridad es pionero en España y preserva este importante yacimiento de la acción de posibles expoliadores.

Una vez totalmente equipados, iniciamos la inmersión descendiendo por el cabo de la boya hasta los 25 metros de profundidad, donde nos habían tendido otro cabo, de babor a estribor, que nos marcaba el recorrido a realizar, justo por encima de la trinchera en la que actualmente trabajaban mis colegas subacuáticos.

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La visión resultó increible, cientos de ánforas, tumbadas unas sobre otras, con una gran historia que contarnos sobre la Hispania romana. El tiempo de fondo de la inmersión no llegó a media hora, aprovechando para recorrer el yacimiento y fotografiarlo.

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Tras la inmersión, nos trasladamos al Vilamuseu, donde su director nos explicó los pormenores de la intervención y las complejas tareas de conservación preventiva que implica una excavación subacuática.

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Creo que esta iniciativa piloto se debería de transformar en permanente, pues es una de las maneras de transmitir a los buceadores deportivos la importancia de la investigación y conservación del Parimonio Cultural Subacuático y, posíblemente, hacerles complices en la vigilancia de nuestros yacimientos submarinos.

@ArqueoAntonio

Curso de introducción a la Arqueología subacuática en el Centro de Arqueología Subacuática de Catalunya

A pesar de nuestra extensa y rica Historia naval, la formación en Arqueología Subacuática en España es una empresa complicada, al no existir programas de formación reglada en esta disciplina.

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El cursus honorum normal de cualquier arqueólogo subacuatico español comienza por estudiar Historia, historia del Arte, o, en el mejor de los casos, Arqueología, ejercer después como arqueólogo y, más tarde, formarse como arqueólogo subacuático de forma específica, aprovechando los distintos cursos que, de forma irregular y esporádica, aparecen dentro del panorama de nuestras universidades. Aparte de esto, por supuesto, hay que aprender a bucear. Parece complicado, pero no hay nada imposible.

Durante el verano de 2012, se llevó a cabo uno de estos estudios, como curso de extensión universitaria de la UNED de Girona, en el Centro de Arqueología Subacuática de Cataluña.

Durante dos días conocimos de primera mano, no solo la historia y el presente de la Arqueología Subacuática, sino también el interior del CASC y su forma de trabajar.

La primera jornada se dividió en dos partes. En la primera, Gustau Vivar, centro y Rut Geli, director y arqueóloga del centro, respectivamente, nos hicieron un completo y exhaustivo repaso de la historia del buceo y de la arqueología subacuática, de las técnicas de su disciplina y de la labor del CASC.

Ya por la tarde, Cati Aguer, Restauradora de material sumergido del centro, nos hizo una visita guiada por los laboratorios del CASC, mostrándonos los materiales que en estaban tratando en ese momento y los procesos habituales que se utilizan para preservar los restos procedentes de una excavación subacuática.

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Después de esta interesante charla, tuvimos el privilegio de acceder a los almacenes del CASC, de la mano de Gustau Vivar, que nos contó las pequeñas y grandes historias de las colecciones de objetos procedentes de los distintos pecios en los que esta institución ha intervenido.

Al día siguiente, abandonamos Girona para dirigirnos a el Port de la Selva, donde tiene su base la «unidad móvil» del CASC: el Thetis. El Thetis es el barco desde el cual el CASC realiza sus trabajos en las costas catalanas.

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Esta embarcación oceanográfica fue construida durante la Guerra fría en Alemania Oriental, donde sólo podían botar este tipo de barcos tras los acuerdos adoptados por los aliados tras la II Guerra mundial. Con la caída de la RDA, la flota de este país fue saldada -sus barcos pesqueros pasaron a engrosar las flotas de muchos paises del tercer mundo- y los técnicos de Patrimonio de la Generalitat de Catalunya tuvieron la feliz idea de adquirir este barco como dotación del CASC. Esta es la única embarcación que se dedica, y que se ha dedicado, exclusivamente, a la Arqueología Subacuática en España, aunque sus trabajos, se desarrollan integramente en Cataluyna.

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Tras visitar el barco, desde la sala de máquinas al puente de mando, siguiendo las explicaciones de Gustau Vivar y Rut Geli, pasamos a un pesquero reconvertido en barco de buceo que se nos había abarloado, mientras conociamos la embarcación del CASC. En esta embarcación nos dirigimos a cala Culip, donde hicimos una inmersión en el pecio Culip V.

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Este pecio se corresponde a un barco romano de comercio de zona – el que se dedica a redistribuir por una región costera desde uno o dos puertos base, que reciben embarcaciones de más calado dedicadas al gran comercio. El Culip V fue descubierto por los buceadores deportivos extranjeros en los años 70, que lo expoliaron hasta que las autoridades españolas pudieron parar este ataque a nuestro Patrimonio Cultural.

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Hace unos años el CASC retomó su excavación, y, en el momento de nuestra inmersión sus técnicos realizaban labores de documentación gráfica de su obra viva, parcialmente conservada en el fondo y descubierta una vez fueron retirados los materiales que transportaba el barco.

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Como conclusión, os diré que fue todo un priviegio conocer el CASC por dentro y bucear  en uno de sus proyectos, con su director y sus técnicos.

He buscado en google la convocatoria de este año, pero, lamentablemente, no la he encontrado. No sé si se debe a los dichosos recortes que nos ahogan por doquier o si es porque sólo se hizo ese año.

En cualquier caso, abundando lo que os dije al principio de la entrada, si os interesa la Arqueología Subacuática y veis un curso que os guste, hacedlo. Quien sabe cuando se convocará otra vez, o si ni siquiera volverán a impartirlo, y más en los tiempos que corren.

@ArqueoAntonio